Artículo que ofrece una visión panorámica del avance de las posturas populistas - de un signo y de otro - en Europa y los riesgos de los partidos liberales de centro EXPANSION Ensayos liberales La amenaza de la antipolítica TOM BURNS MARAÑÓN 30 AGO. 2024 Las elecciones parciales del domingo en Alemania, que se perfilan como gloriosas para los partidos anti 'establishment', harán del país un problema en Europa como ya va camino de serlo Francia. Los partidos tradicionales de toda la vida ya pueden entenderse, o sus días están contados.
El domingo puede ser un gran día para el populismo porque pasado mañana Turingia y Sajonia, territorios que fueron ambos de la comunista República Democrática de Alemania desde el fin de la II Guerra Mundial hasta la reunificación de Alemania tras la caída del Muro en 1989, celebran elecciones.
Turingia, que es conocida como el corazón verde de Alemania por sus extensos bosques y puede que sea, también, su epicentro espiritual porque ahí nacieron, entre otros, Bach, Goethe y Schiller, no está en nuestra conversación a la hora del aperitivo. Tampoco lo está Sajonia, su Länder vecino. Tal ignorancia, o, simplemente, indolencia, es arriesgada.
Las elecciones parciales en Alemania deberían de estar en la conversación porque ofrecen pistas sobre los próximos pasos patrios en estos y en los demás pagos europeos. Una es que los tres temas que mueven al electorado son inmigración, inmigración e inmigración. No podía ser de otra manera tras los terroríficos apuñalamientos hace una semana en Solingen, Renania del Norte-Westfalia, y la detención de un inmigrante ilegal sirio. La otra pista es que los partidos tradicionales de toda la vida ya pueden entenderse, soportarse y apoyarse . De lo contrario sus días están contados.
En Turingia y Sajonia se perfila una jornada electoral gloriosa para los partidos del anti establishment y seguramente habrá otra más a finales de septiembre cuando se celebren elecciones para renovar el parlamento del Länder de Brandeburgo, junto a Sajonia. Las elecciones muy probablemente serán desastrosas para el partido cristianodemócrata alemán y para el socialdemócrata que ocupan el centro del arco político y pactan las principales directrices de la UE.
Se teme el triunfo de la antipolítica, siendo la antipolítica no más que otra, y no desconocida, forma de hacer política. Y se echan las campanas al vuelo por la defunción de los partidos de toda la vida que los angloparlantes del establishment llaman mainstream. Las democracias liberales de la posguerra han durado mucho y han llegado, faltas de reflejos, a una fatídica encrucijada. Los populistas dicen que comienza un nuevo ciclo.
De acuerdo con lo que señalan las encuestas, los dos millones de votantes de Turingia y los más de cuatro de Sajonia certificarán un importante cambio en el mobiliario político. Conviene fijarse en la transformación que está en ciernes porque parece que aquí se vive en una burbuja ajena a lo que sucede fuera de ella.
La renovación de los Länder nos recuerda que la vida sigue, sea para bien o para mal, porque las cosas pasan y tienen sus consecuencias. Y esto se agradece porque aquí, lo que es aquí entre Hendaya y Gibraltar, se diría que nadie hace nada y que nada se mueve. Y esto irrita.
¿Qué ha hecho durante el mes de agosto la clase política hispana que ahora vuelve a sus despachos? El ciudadano corriente y moliente dirá que la élite al frente de la gestión pública se dedicó al dolce far niente, que es lo mismo que hizo todo el que no tiene responsabilidad alguna en lo que hagan o dejen de hacer Pedro Sánchez y sus acólitos y la oposición al Sanchismo. No extraña que aquí se esté con lo que decíamos en el ayer del mes de julio: la inmigración descontrolada y el bloqueo a la Ley de Extranjería; la quiebra, para investir a Salvador Illa presidente de la Generalitat catalana , de la Hacienda de todos; la cátedra-lobby de la mujer del presidente del Gobierno y las amenazas colaterales a los jueces y periodistas que investigan esta extravagante asignatura; la probabilidad de que un año más, y debido a la malhumorada fragmentación del Congreso, no habrá Presupuestos del Estado.
"Y tú más" Todo eso para empezar. Y con la rentrée, el Falcon hará muchas horas de vuelo, los ministros y los diputados seguirán utilizando la cabeza para embestir y el debate parlamentario se reducirá de nuevo, cual disco rayado, al "y tu más" y al "usted a mí no me da lecciones". ¿Alguien habló de regeneración antes de irse de vacaciones? Fuera de España han ocurrido muchas cosas políticas, además de las guerreras, a lo largo de mes de asueto. Los progres están encantados porque hay partido en las presidenciales de EEUU con la candidatura de la demócrata Kamala Harris y están desolados porque hubo bronca en las venezolanas donde Nicolás Maduro, el cliente del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero y el héroe de la ultraizquierda española, robó descaradamente las urnas.
En Francia la inestabilidad está servida porque Macron abofetea la sensibilidad woke y roza la anticonstitucionalidad. El presidente que se autotitula Júpiter se ha negado esta semana a nombrar un gobierno apoyado por el Frente Popular que fue la coalición más votada en las elecciones legislativas de julio que Macron tan irresponsablemente adelantó y tan merecidamente perdió.
Y aquí como si no pasase nada. Más que sestear, que es lo que toca en agosto, España está sin pulso. Un estúpido precepto en mucho negocio es que nada se hace si no es absolutamente imprescindible hacerlo. Y en el de la política los que mandan están quietecitos si lo están los mandados. La ausencia de pulso es algo generalizado. No se registran palpitaciones entre gobernantes porque no se anotan latidos entre los gobernados.
Si se creen los sondeos, el reparto del poder político es básicamente el mismo que el que fue hace un año. Sánchez aguanta con sus ciento veintipico diputados, eso sí, a costa de las actas de Sumar, su socio de coalición, que padece el progresivo desamor del electorado. En cuanto a Alberto Núñez Feijóo, su grupo parlamentario aumenta algo en número de escaños, pero el líder de la oposición sigue dependiendo de Vox para formar gobierno.
Ciertamente tanto Sánchez como Núñez Feijóo, el uno como el otro, podrán pisotear sus principios para alardear de una mayoría parlamentaria. El presidente del Gobierno hace esto mismo con harta frecuencia. Pero los hechos demuestran que el "somos más" es una fanfarroneada efímera que no garantiza ninguna estabilidad.
Polarización aguda Para unos el punto muerto hispano resulta raro puesto que se dan motivos sobrados para una movilización ciudadana que ponga fin a lo que a toda vista es un desesperante atontamiento. Para otros, mejor que todo siga así porque la alternativa a la desorientación y la desmovilización es la agitación, la rencorosa, real y aguda, entre los polos opuestos de la acción política. Esto último es lo que vislumbran y alientan determinados medios y reflejan las redes sociales.
La polarización aguda es lo que muy bien puede ser el resultado de las elecciones parciales en Alemania dentro de dos días. En un extremo, el de la derecha, está un partido fuertemente contestatario, ya bastante consolidado, que es el ultraconservador Alternative für Deutschland, AfD. Pero a la derecha dura le ha salido al encuentro, con similar ímpetu populista y ánimo polarizador, un atípico partido insurgente, nominalmente de la izquierda y con políticas transversales, llamado Bündnis (Alianza), Sahra Wagenknecht, BSW, siendo Sahra Wagenknecht el nombre y apellido de su carismática fundadora a principios de año.
Turingia, tradicionalmente un feudo de los sociocomunistas, ha sido un territorio bien abonado para el AfD que ha consolidado su cómoda ventaja sobre el partido cristianodemócrata y en Sajonia el partido insurgente y el mainstream de siempre están igualados. Turingia, en concreto, puede ser la tumba de los tres partidos nacionales, el Socialdemócrata, el Liberal y el Verde que con bastante más pena que gloria gobiernan Alemania en coalición. Los tres tienen dificultades para superar el umbral del cinco por ciento del voto total que les permitirá representación en el parlamento del Länder.
Populismo híbrido La novedad es la presencia en las dos campañas de BSW, un partido decididamente anti establishment que anuncia un populismo híbrido al ser muy izquierdista en lo económico (promete practicar el intervencionismo, exprimir a los ricos, aumentar el gasto social y favorecer siempre lo público sobre lo privado) y muy conservador en lo social y lo cultural (desprecia las políticas de género y las medioambientales, quiere reducir drásticamente la inmigración y es ultranacionalista).
BSW es antiglobalista, acaloradamente euroescéptico y fundamentalmente pro-Putin porque se opone al rearme de Ucrania y a las sanciones sobre Rusia. ¿Quién da más en políticas populistas dirigidas a una clase obrera que ve mermados sus ingresos y está amenazada por la deslocalización de su centro de trabajo? Creado este enero por disidentes de Die Linke (La Izquierda), BSW desciende de los comunistas que gobernaron Alemania del Este y construyeron el Muro. Es una escisión estalinista organizada y liderada por Sahra Wagenknecht, una polémica economista y la cuarta mujer del octogenario y ya jubilado Oskar Lafontaine, que es un referente de la izquierda alemana.
Lafontaine fue un prohombre de la socialdemocracia hasta que se radicalizó y fundó el minoritario Die Linke hace veinte años. BSW se hizo con seis escaños en las elecciones al Parlamento Europeo de junio a los seis meses de constituirse.
Una pista que ofrecen las elecciones en Turingia y Sajonia del próximo domingo es que Alemania pasará a ser país problema e inestable en Europa como ya va camino de serlo Francia. Otra es que el centroderecha alemán y el centroizquierda están abocados a coaligarse tras elecciones federales el año que viene. Los populistas, como antes los bárbaros, están golpeando las puertas de la ciudad. Cúlpese a la masiva inmigración ilegal.