TORTOLERO Y EL VIEJO Este cuento no es un cuento. En una de las varias contiendas políticas en Venezuela, en las que participé como integrante o coordinador de los equipos electorales de la oposición, nos sucedió el siguiente episodio.
Había un sujeto joven, bajito y rechoncho, muy dicharachero y jocoso, apellidado Tortolero. Todos los llamábamos por su apellido.
En razón de su popularidad en su barrio y en su actividad con nuestra tolda política, lo designamos como testigo de mesa del centro de votación ubicado en su barrio, en las votaciones de ese año. Tortolero era pobre de necesidad. Tenía dos hijas pequeñas muy agraciadas y una esposa también muy bonita, pero mandona y exigente (¿que venezolana no lo es?).
La esposa de Tortolero se la pasaba reclamando que estaban comiendo fallo, que las niñas no tenían ya ropa que les quedara bien y que hacía mucho tiempo que ella ni siquiera una pantaleta se había comprado.
Tortolero no era flojo. Salía todos los días temprano a ver que conseguía, pero afuera no había trabajo y de paso él no tenía profesión definida ni artesanía aprendida; era un todero y hacía cualquier cosa por unas monedas. Había intentado arrimarse con los chavistas pero éstos ya no tenían como ayudar y de paso a Tortolero le caía muy mal la jefa de calle que tenían los comunistas en el barrio. Así las casas, se unió a nosotros a ver si conseguía alguna ayuda ya que estábamos en campaña y por supuesto, estábamos yendo a los barrios a captar votos. Nuestros cálculos nos daban una amplia victoria en el centro de votación de Tortolero. Le dimos el entrenamiento necesario y lo designamos allí, como testigo principal.
No teníamos para darle un sueldo a nuestros activistas, sólo ayudas puntuales y mínimas en casos de mucha necesidad, sólo podíamos darle mucha esperanza, si ganábamos las elecciones. La mujer de Tortolero le decía que las esperanzas no se comen. En esa elección ganamos en casi todas las mesas del municipio, perdimos en las que ya sabíamos que había mayoría roja, pero fue una gran sorpresa haber perdido en el centro de votación de Tortolero. Le preguntamos si había visto algo raro en el proceso y dijo que todo estaba normal. Cada cierto tiempo, en vista de que nuestros testigos conocen a sus vecinos, les pedimos un estimado de los votos a favor y en contra. Los números que nos daba Tortolero coincidían con nuestros estimados.
Al final, cuando se contaron los votos en las cajas y se vieron las cantidades emitidas por la máquina, resultó que perdimos abrumadoramente. En la viña del señor, todo se sabe. Tortolero nos había traicionado por unos pocos de miles de bolívares. El cuento de Tortolero, sucedió hace años. Recientemente llamé a una comadre, también muy pobre, como Tortolero, para instarla a votar por nosotros y me dijo tajante, lo siguiente. Compadre aquí no hay forma de cambiar a esta gente. Yo tengo que comer y dependo de todas esas migajas que me dan, y ellos lo saben. Siempre me ponen como miembro de mesa y ya somos expertos en meter trampas. Cada vez que pueden compran al testigo de ustedes.
A mi sólo me falta poner las huellas de los pies en los cuadernos de votación. Eso es rapidito.
Ponemos huellas y firmamos en los espacios vacíos. La máquina nos da el papelito y lo metemos en las cajas y listo. En los equipos electorales de la oposición, sabemos esto, por eso nuestro interés máximo en asegurarnos de que haya suficientes testigos para cubrir todas las mesas y que ellos sean confiables. Deben haber suficientes como para hacer los relevos necesarios.
Los testigos tienen que hacer sus necesidades, no pueden estar doce horas sin moverse del centro. Un reto para los organizadores es la logística para darles entrenamiento y concientización, su comida, bebidas hidratantes, saldos en sus celulares, transporte, etc.
En estas próximas elecciones el reto es extremo. El régimen está agonizando y hay una aplastante mayoría que votará en su contra. Tienen que convertir un quince por ciento en cincuenta y uno por ciento y no tienen tiempo, sólo tienen la trampa. El riesgo de la compra o del chantaje a nuestros testigos es una realidad. En contraposición a los Tortolero nos dimos cuenta de que los testigos más confiables eran los testigos de la tercera edad, los viejos, los testigos provenientes de las ONG, de la Gente del Petróleo, de las universidades y otras instituciones. Creo que ahora, los viejos debemos estar al frente de esta batalla trascendental para la historia de Venezuela. Debemos dar un paso al frente y ofrecer nuestra participación como testigos de mesa. Y que seamos miles y miles porque debemos turnarnos más a menudo por razones obvias, pero tenemos que estar allí presentes para dar ejemplo de dignidad y coraje. Tenemos que defender la patria que le dejaremos a nuestros hijos y nietos y que actualmente pasan tantas penurias y necesidades dentro y fuera de Venezuela. Josué Lozada Abril 2024 Tiempos de mi querido viejo.