Nota de Rafael Simón Jiménez, en el chat LOGOS.
Voy a traer a colación un ejemplo histórico de cuando los lideres) políticos privilegian los intereses del país y sobre todo la reconquista plena de la democracia y la libertad (cabe completa la conceptualización.
En 1957, Venezuela vivía su octavo año bajo la dictadura militar. La acción represiva sin contemplaciones había logrado prácticamente desaparecer la estructura clandestina de AD y golpear duramente la del PCV, es lo que en la nomenclatura de aquel tiempo se llamó "años de ratas". Sin embargo, Pérez Jiménez, electo presidente en enero de 1953 por una constituyente espuria, como resultado del fraude y alteración de los resultado electorales del 30 de noviembre de 1952, tenía un obstáculo para su continuidad en el poder por 5 años más, dado que, esa Constitución de 1953 redactada y aprobada por diputados fraudulentos e incondicionales al régimen, habían consagrado en el artículo 104 la elección presidencial mediante el sufragio universal , directa y secreta, lo que obligaba a la dictadura, a convocar esos comicios.
Golpeadas las fuerzas democráticas vieron en el eventual proceso electoral una oportunidad, no solo para reorganizarse y volver a la lucha legal y de calle, como antes, lo había hecho Villalba que, contra todo pronóstico, derrotó al continuismo dictatorial. Por otro lado, desde su exilio itinerante (Costa Rica, Puerto Rico, Nueva York) Rómulo Betancourt, máximo líder y fundador de AD, trazó una estrategia realista y pragmática adaptada a la situación que se vivía en Venezuela, la cual, consistía en primer término, llamar a todas las fuerzas políticas democráticas que se oponían a la dictadura (solo excluyendo s los comunistas) a unirse en torno a un candidato que pudiera confrontarse con una figura aceptada por la dictadura. Se dice que el propio Perez Jimenez se atrevió a sugerir el nombre de Rafael Caldera su antagonista político en el trienio, y que era el único dirigente opositor importante que hacía vida en Venezuela, esa eventual candidatura, también fue sugerida por Luis Herrera Campins quien en un clarividente ensayo titulado frente a 1958, planteaba tres líneas básicas: la unidad de las fuerzas democráticas, la salida electoral y la candidatura de Rafael Caldera como factor unificador. Esta posibilidad de salida electoral al régimen de fuerza fue frustrada cuando el gobierno en agosto de 1957 decide poner preso a Rafael Caldera, develando lo que sería su propósito de cerrar toda posibilidad de elecciones libres. Truncada la salida Electoral y privilegiando una línea realista y pragmática que condujera a la reconquista de la libertad, Rómulo Betancourt desde su exilio neoyorquino explora la posibilidad de un acuerdo con Pérez Jiménez para una transición pactada tomando como referencia la reciente experiencia peruana, donde el dictador Manuel Odria (por cierto profesor y tutor de Pérez Jiménez en Chorrillos) había construido una transición convocando elecciones libres, Betancourt busca hacerle llegar el mensaje a Pérez Jiménez y para ello explora eventuales mensajeros, entre ellos, Antonio Martín Araujo quien había sido gobernador suyo en el trienio y luego embajador en Washington en tiempos de Delgado Chalbaud y Miguel Moreno ex secretario de las juntas militares entre 1948 y 1952, pero ambos le manifiestan haber roto todo tipo de vínculos con el dictador por lo que no estaban en capacidad de cumplir la gestión. Lo demás es historia conocida con el plebiscito fraudulento que, antecedió a los acontecimientos que liquidaron a la dictadura.
Pero de todo este relato, apegado estricta y fidedignamente a los hechos, lo importante como experiencia y lección para la coyuntura actual, es destacar la visión realista y pragmática, pero a la par patriótica y de grandeza de aquel liderazgo que, sin pensar en mezquinas apetencias personales o visiones sectarias o parciales, supieron pavimentar, el camino hacia la reconquista de la democracia y la libertad.